En el siglo XV la sífilis causaba estragos en Europa. Era la más terrible de las “nuevas enfermedades” del momento. De los tres primeros descriptores de la sífilis, Joseph Grünpeck se redujo a exponer interpretaciones astrológicas y Niccolo Leoniceno escribió poco más que un discurso erudito. Solamente Gaspar Torrella ofreció un estudio fundamentalmente clínico y terapéutico en su Tratado con historias clínicas contra la pudendagra o morbo gálico (1497). En esta obra describe los síntomas de la enfermedad a base de observaciones propias, ejemplificadas en las cinco excelentes historias clínicas. La primera de ellas es posible que correspondiera a la sífilis padecida por César Borja, el hijo del ínclito papa Alejandro VI, por entonces cardenal de Valencia, a quien está dedicado el libro. Entre los primeros tratadistas europeos de la sífilis figuran otros dos pioneros valencianos, los galenos Pere Pintor y Joan Almenar.
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