La más conocida es el perro ratonero valenciano (gos rater valencià en idioma valenciano). Es un can de talla pequeña y capa variable, originario del Reino de Valencia. Tiene una complexión atlética que le confiere agilidad y fuerza pese a su reducido tamaño. Tradicionalmente, esta raza ha estado ligada a la caza de pequeñas piezas como roedores y conejos y como auxiliar en la caza de ratas de agua. Es también un excelente guardián de la casa ya que avisa con ladridos ante cualquier cosa que le llame la atención. A causa de la desaparición progresiva de la huerta de Valencia, hoy es usado más como un animal de compañía que para cazar.
El charnego valenciano (o charnego valencià) es una raza de perro conejero autóctono valenciano. Su función principal es la caza del conejo en todas sus modalidades. Está dotado de una actitud suprema y adaptado a la gran variedad de ecosistemas del Arco Mediterráneo. Esta raza está dotada de gran oído y vista, con un inmejorable olfato y una resistencia legendaria para soportar el calor extremo. Todo ello ha hecho que sea el tipo de conejero más apreciado por los cazadores valencianos que lo utilizan incluso en la caza mayor, y también para otras piezas de caza menor aparte de las ya descritas. Es un perro integral de caza.
Existía otra raza, el Gorga valenciano (o Gorga valencià), hoy extinguida. Parece que fue el rey de España, Carlos III, también rey de Nápoles, quien trajo el antecesor del Gorga y se lo regaló a un noble setabense. Con los años este perro se fue cruzando con sabuesos hasta conseguir la raza Gorga. Estos canes tenían una altura de 35 a 40 cm y un peso de 25 a 30 kg. Estos corpulentos perros eran infatigables y valientes en el trabajo, dispuestos a complacer al cazador más exigente, muy dotados para la caza en huerta y albuferas. La raza está extinguida pero con los avances de la ingeniería genética quién sabe si se pueda recuperar un día.
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